martes, 10 de septiembre de 2013

Primer día: Casablanca

¡¡Hola de nuevo!!

He tenido un verano movido, de aquí para allí todo el tiempo, pero ya estoy en Madrid de nuevo, preparada para seguir contando cosas de lo vivido en Marruecos, sigo teniéndolo todo muy presente.


الدار البيضاء, ad-Dar al-Baida es la ciudad que nosotros llamamos Casablanca, al noroeste de Marruecos.
Fue la primera ciudad que vi al llegar a Marruecos. Me sorprendió mucho, supongo que por ser época de Ramadan. No tenía una imagen clara en la cabeza de como sería pero esperaba una ciudad muy diferente. Del aeropuerto Mohammed V fuimos en tren a la Casa Voyageurs, una estación de trenes. El viaje fue bastante largo, quizás por la impaciencia de llegar. Al llegar por fin tuvimos el primer contacto verdadero con Marruecos: LOS TAXIS. Son la cosa más caótica que he visto en mi vida. Van a la velocidad que quieren, meten las maletas donde pueden, toda la gente que quepa. Negociar el precio es lo mejor, el famoso regateo marroquí existe hasta ahí  A favor de los taxis tengo que decir que dan muy buen servicio y son bastante baratos, merece la pena usarlos, tanto los petit taxi como los grand taxis (la diferencia está en el número de personas que pueden entrar en cada uno).



Señal de parada de taxis

Los coches rojos son los petit taxis de Casablanca


Tras coger los taxis, llegamos a la estación de autobuses para recoger los billetes de Casablanca a Errachidia.


Nuestro "querido" autobús

Como teníamos todo el día libre, hasta las 9:30 que saldríamos hacia Errachidia, hicimos turismo por Casablanca. Salimos a callejear, intentando buscar algún sitio donde comer y, como siempre, acabamos en un Mcdonals... ¡Viva la globalización!  En seguida aprovechamos la conexión Wi-Fi para avisar a nuestras familias de que estábamos todos sanos y salvos. 


Boulevar Felix Houphouet Boigny

Avenida principal


Al acabar de comer, seguimos dando vueltas. Atravesamos el zoco completamente. En todos los sitios nos querían vender algo. La pregunta siempre era la misma: ¿Españoles? ¿Madrid? ¿Barcelona? y la afirmación era: ¡¡Welcome to Morocco!!

Toda las tiendas cerradas en las calles a la hora del mediodía


Una bodega de comida española en plena ciudad

Vista de una calle del zoco


Como habíamos comprado un plano de la ciudad, muy previsores nosotros, no nos perdimos demasiado, solo un poquito. Dimos mil vueltas, caminamos una avenida interminable al increíble sol de las 4 o 5 de la tarde, hasta que por fin llegamos a la mezquita de Hassan II. Es la mezquita más alta del mundo y la segunda más grande por detrás de la de La Meca. La verdad es que mereció la pena el esfuerzo, es preciosa. La plaza está rodeada de jardines verdes perfectamente cuidados, los suelos blancos impolutos. Nos sentamos dentro, a la sombra. Todo el mundo nos miraba, se notaba a la legua que eramos turistas no musulmanes. Pero con el calor que teníamos y lo cansados que estábamos nos daba totalmente igual. Incluso intentamos colarnos para ver las salas de oración, misión fallida (je, je, je).



Toda la ruta que recorre este coche es la que nosotros hicimos a pie y al sol.



El interminable boulevard Sidi Mohammed Ben Abdellah



Vista general de la mezquita y el minarete

Los jardines completamente verdes y cuidados
Los edificios que rodean la mezquita
La plaza justo delante de la entrada 

El patio interior de la mezquita, los suelos brillantes


Un gato dentro del patio, harto del calor
La sala de oración masculina en pleno rezo


La mezquita está al lado de un barrio que aquí llamaríamos "chabolista", lo cual me sorprendió bastante por lo lujoso de la mezquita.



Desde esa zona se ve perfectamente la torre del minarete

Lo que más llama la atención, además del blanco brillantísimo del edificio, es que está justo al lado del mar. 

La gente bañandose en el mar, justo al lado de la mezquita
Cuando por fin nos recuperamos del paseo, dimos la vuelta hacia la estación de autobuses.


Construcciones de casas en los alrededores de la mezquita

Señal de STOP
Los tejados de las casas repletos de antenas parabólicas 


Una pequeña tienda cerca de la mezquita

A la vuelta a la estación de autobuses, ya solo nos quedaba cenar algo antes del viaje. Nuestra primera cena verdaderamente marroquí. La forma perfecta para afrontar las más de 10 horas de viaje en autobús que nos esperaban. Pero eso apenas lo imaginabamos...

2 comentarios:

  1. Hola Andrea. Que fantástico el artículo que has publicado. Las fotos de los lugares son preciosas y la información es muy interesante, ¡Qué ganas tengo de bajar a Marruecos yo también!.

    Sobre el que no os dejaran pasar a la sala de oración de la Mezquita de Hassan II, en teoría podríais haber entrado pero sólo al oratorio de las mujeres, del mismo modo que los hombres sólo pueden entrar a la sala masculina. También debéis poner el hiyyab para entrar, y dependiendo de la "política" de la mezquita, decir que sois musulmanas para que os dejen pasar. Se supone que la única mezquita vetada a los no musulmanes es la de la Ka'aba en La Meca, pero ya sabes. Creo que nadie debería preguntar en la puerta si eres tal o cual para poder entrar, el único que conoce los corazones de las personas es Allah.

    Ahora no puedo escribir mucho pues estoy de vacaciones fuera de Madrid, pero ya nos contarás más sobre tu viaje y se agradece enormemente que nos regales estas joyas sobre la cultura árabe.

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    1. Hola Jesús!
      Gracias por leer. Me alegro que te haya gustado. Sin duda tienes que ir a Casablanca. Respecto a la mezquita, dos de las chicas que venían al viaje intentaron entrar cubriéndose la cabeza, pero cuando llegaron a la entrada de la sala de mujeres, les preguntaron de dónde eran, dijeron que españolas y les dijeron que no podían entrar. Quizás fue porque ya supusieron que no serían musulmanas, aunque mal hecho por su parte. La próxima vez que vaya intentaré repetirlo a ver si hay más suerte.

      ¡Nos vemos en clase!

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